lunes, 13 de febrero de 2012

Crees en los Milagros?? Parte 4

Shiori se retiro del lugar, mientras que Juri aun dormitaba, las puertas de la esperanza estaban abiertas nuevamente, la esgrimista seguía pensando en ella, pero la sentencia estaba dada, esta última había levantado un muro y ese era el del desprecio, el ser ignorada completamente por Arisugawa, pero aun así su mente seguía llena de recuerdo amables y dulces, pero todo se venía abajo cuando llegaba a su mente el nombre de “Charlotte Giordano”, es que la amatista no lo podía cree, ¿Qué tenía Giordano?, ¿Qué veía en ella Juri?, es decir, según Shiori ella misma era la pareja perfecta para la ojiverde, pero por ahora no podía hacer nada.

Charlotte andaba en busca de Juri, le había perdido la pista desde el desayuno, anduvo por casi una hora por toda la universidad, solo le faltaba el lugar preferido de su novia y este era el gran roble donde esta última dormía y/o reflexionaba y precisamente ahí estaba, durmiendo muy tranquila, se acerco sigilosa y se sentó a su lado, la observo como si se tratara de la obra de arte más hermosa, es que simplemente le fascinaba todo de Juri, amaba su fina sonrisa, la templanza, su valor, su amor por la carrera y disciplina, sus besos, el cuerpo, su tenue pero firme voz, todo eso y más le hacían perder la cabeza. Ahora debía despertar a la joven pelinaranja, la movió un poco pero no funciono, así solo le quedo otra forma de hacerlo y esa era llenar de besos a su novia, y así fue, primero en la frente de manera suave, para luego seguir a la punta de la nariz, después en el mentón, se acerco a una de sus mejilla y deposito un beso más firme, para por fin besar los tersos labios de su amaba, la cual al sentir los labios de su pelinegra le correspondió el beso y esta ultima se separo de ella.

-Estabas despierta- hablo sorprendida
-Si, pero quería disfrutar de tus besos más de lo habitual- sonrió divertida, para luego abrazarla, haciéndola caer en sus brazos
-Por cierto, ¿por qué desapareciste toda la mañana?-
-Estaba cansada, nada más
-Es que te busque por todos lados
-Charlotte, sabes que si no estoy en el salón de esgrima estoy aquí- acariciándole la cabeza
-Además, desde esta misma mañana algo te pasa.
-Charlotte- Aclaro su voz un poco- No me pasa nada- respondió, pero nuevamente le mentía a su novia, pero que le iba a responder, claro que la recién llegada había sido la mujer que más había amado en la vida y que quizás aun la amaba, que en un momento de debilidad dejaría todo a un lado y volvería con la amatista y que esta misma le había roto además de robado el corazón, que solo hace unos meses había comenzado a reconstruir su alma, todo gracias a su querida Charlotte, pero si le decía eso, el milagro de Shiori se concretaría otra vez y no, eso no podía ser, porque no caería dos veces en la misma trampa, ahora creía en ella misma, siempre lo había hecho, pero anteriormente estaba dentro de los duelos para conseguir los milagros, la eternidad, las estrellas, cualquier cosa que quisiera, pero más que buscar esas cosas, lo que quería Juri era echarlas por tierra, pero aun así el milagro de Juri era ese en el cual Shiori le correspondía, pero si se realizaba sabía perfectamente como terminaría y así era, es decir así fue, pero ni la misma Juri contaba con que Shiori sentía algo por ella y esto lo supo el último día que estuvo en Ohtori.

Hace 3 años atrás...

Ese día todo era complicado, en la mañana había hablado con sus compañeros del consejo estudiantil, les contó que se iba del instituto por motivos de fuerza mayor y los demás de cierta manera comprendían el hecho, Juri hablo en privado con el joven Kaoru, el ojiceleste, su mejor amigo solo le deseo lo mejor, el sabía todo el embrollo con Takatsuki y por eso la entendía mejor que nadie, luego de eso hizo todo el papeleo para su traslado, seguiría su último año en el instituto de la universidad donde se cambiaba y luego tomaría derecho.
Comenzaba a atardecer y decidió ir a ver a su amigo, a su superior de armas, compro unas rosas azules dirigiéndose al cementerio, llego a dicho lugar, se adentro en el mirando todas las tumbas que había hasta que llego a la de su amigo, hecha de mármol, donde estaba perfectamente esculpido el nombre de este “Tsuchiya Ruka”, se sentó en la esquina de la lapida.

-Hola… Hace un tiempo que no venía a dejarte rosas azules, que son tus preferidas- sonrió de medio lado- Gracias por cuidar siempre de mi, recuerdas las últimas palabras que me dijiste “No te preocupes Juri, no te preocupes”, bueno ahora ya no lo hago, ahora me iré de Ohtori y buscare mi propio camino, como lo hiciste tú, prometo volver cuando esté mejor- dicho estas palabra, puso las rosas en agua y rezo unas cuantas veces y se marcho del lugar. Ahora solo le quedaba una última cosa, pero no lo quería hacer, ¿Es que acaso se lo merecía? Medito Juri, pero era obvia la respuesta y esta era un no.

En la noche decidió ir al lugar que más le gustaba del instituto, este era el salón de esgrima, en donde obtuvo solo la victoria, se fue a cambiar y por ultima vez llevaría el uniforme de esgrima de la academia, abrió su casillero, saco a su compañero infalible, su querido florete, ya en el salón, respiro hondo; llenando sus pulmones con el aire del lugar, observo el recinto, se sentó en el piso y lo acaricio, toda la escena era nostálgica, luego se ubico en la silla, desde donde siempre observaba los combates y los entrenamientos de sus compañeros, medito un poco y tenía razón, iba a extrañar demasiado Ohtori, que sin importar que, era su casa, su hogar, ahí conoció a Miki, a Toga, a su amada Shiori y por su cabeza pasaron solo recuerdos de esta, su presencia, su risita nerviosa, su mirada que la desconcertaba, las pocas caricias que le regalo y su delicada voz, es que simplemente, la amaba por sobre todo; pero para espantar tan melancólicos pensamientos, procedió a levantarse y ponerse en guardia, despejo su mente e imagino un compañero de entrenamiento, con pasos firmes y una agilidad enorme, dio variadas estocadas cada una con una majestuosidad única, los ojos de la esgrimista brillaban al momento de ejecutar tales movimientos, es que este deporte la hacía sentir sumamente viva, pasaron las horas y se sintió satisfecha y a la vez cansada, descansó unos segundo, para después ir a tomar una ducha fría, sintiéndose más relajada miro su uniforme del consejo estudiantil con algo de pena y se lo puso ya por ultima vez al igual que su uniforme de entrenamiento. Todo estaba en penumbras cuando salió, amaba los colores que provocaba la noche, se dispuso a caminar pero una voz la llamo, se volteo a ver y sus ojos no le daban crédito, ahí estaba la dueña de su corazón.

-Shiori... ¿Qué haces afuera a estas horas?- habló pesadamente
-Quería verte-
-¿Por qué?- suspiro la pelinaranja, con un dejo de molestia
- Quiero estar contigo- respondió la joven
-No... Shiori- tomo aire y dejo salir todos los reproches que tenía dentro desde hace ya mucho tiempo- Entiende, ya no quiero más juegos, si te gusto, si me amas o que sé yo, dímelo, pero basta de este tortuoso juego, estoy cansada- respondió casi al punto de las lagrimas pero las contuvo para que así Shiori no se diera cuenta
-Yo...
-Tú, nada- Siguió reprochando a la amatista- Te fuiste de Ohtori, supuestamente me quitaste al chico que quería... Vuelves, tratas de acercarte, pero me quitaste algo que jamás me importo, Shiori... tu eras la que me importaba, nadie más que tu- Por fin hablo con sinceridad
-¿Te importaba?... ¿Es que acaso ya no es así?
-No, ya no... Me iré
-¿Dónde?... ¿Por qué ahora?- hablo desesperadamente…
-Eso no importa... Pero me alejaste de ti Shiori, con tus desprecios; con tus palabras, con tu mirada, con esa maldita actitud.- Alegó y tenía razón de sobra.

Juri por primera vez en su vida rechazaba a Shiori, siempre estaba detrás de ella, pendiente de cualquier cosa que viniera de esta, pero ya no, miro a su amada a quien se le nublaron los ojos, sintió tanta pena, Shiori la abrazo, Juri no lo soporto y lo correspondió, era la última vez que la tendría en sus brazos, le dolía, se le rompía el alma, pero debía hacer tripas corazón, pero no contaba con que Shiori atrapara sus labios en un beso con sabor a victoria y también a derrota, sintió las lagrimas de su adorada niña, y derramo unas también que se confundieron con las de su acompañante, terminaron separándose por falta de oxigeno, Arisugawa desvió su mirada para que la otra no viera sus lágrima, pasaron unos segundo y Shiori comenzó a caminar a los dormitorios comunes llevando con ella a la esgrimista, estaban a punto de llegar pero esta última detuvo el paso.

-No puedo... No quiero que esto acabe así- pronuncio estas palabras suavemente- Shiori ya no creo en ti- hablo casi lastimeramente, dicho esto, Juri le beso la frente y se marcho del lugar, dejándola sola.

-¡Pero yo te amo!- le grito

-No te creo- respondió sin voltear mientras las lagrimas se asomaban nuevamente

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CONTINUARA...