viernes, 21 de octubre de 2011

Crees en los milagros?? parte1

(Arisugawa Juri)

Extendía su brazo mientras sostenía el florete en su ávida mano, movía el arma con tal sutileza y gracilidad que cualquier ángel se quedaría prendado de aquella esbelta figura que sostenía la espada, los pasos firme eran señal de la avanzada batalla y de una victoria inminente, la grácil figura había triunfado sobre su torpe enemigo que había caído pesadamente... Solo era un practica, solo era una simulación de una batalla que jamás sería verdadera, a no ser por un motivo como la venganza o el honor... Pero ella, Juri Arisugawa era demasiado orgullosa como para tales hechos, tal vez apelaría por su honor, no solo tal vez, si no que lo haría, lo que más poseía Arisugawa era orgullo, estaba claro, su habilidad con la espada, su fuerte carácter eran una muestra de lo que era la joven, de ese orgullo intrínseco en ella... Así la practica de esgrima había llegado a su fin, al de siempre, en donde ella era la reina y señora de aquel lugar y ¿por qué no?, también del campus de la universidad. Así tenía la admiración de los estudiantes, el profesorado e incluso el rector de la universidad. Los gloriosos años en Ohtori habían quedado atrás, nada mas de utopías, nada más de princesas y príncipes, ahora con 19 años lo único que tenia en sus manos era su amor por la esgrima, esta misma disciplina y sus notables calificaciones le dieron la oportunidad de entrar a una excelente universidad.

Ahí estaba recostada a los pies de un frondoso árbol, durmiendo plácidamente, la brisa acompañaba su respiración pausada, aun que ya no usaba el uniforme que la hacía pertenecer a un grupo de élite, su figura estilizada y hermosa seguía resaltado de igual manera y mientras dormía soñaba siempre con lo mismo, esos sueños que solo ella conocía, en donde aún se encontraba la chica de cabello amatista, la joven que le hacia perder la cabeza de una manera única, su amada Shiori Takatsuki, esa chica de apática mirada, una mujer extremadamente bipolar, pero aun así Juri la amaba, la seguía amando después de 3 años, se había marchado de Ohtori, porque de cierta manera no quería seguir encerrada en un lugar donde el exterior no existía, por lo tanto no era válido para ella, ya que Juri perseguía también el éxito, el prestigio, por esa simple razón se largo de ahí y con ello sacar de su cabeza a Shiori.

No paso mucho tiempo para que despertara, otra clase se aproximaba, así que decidió ir por algo de comer y dirigirse al salón que le correspondía... Llego al gran salón y no había nadie, supuso que solo a ella le gusta llegar temprano, comenzó a revisar sus apuntes, se sintió en paz, no había ninguna mirada que la estuviera vigilando, ahora si podía ser ella misma, se abrió un poco la camisa y ahí estaba el relicario cerca de su pecho y este era el símbolo de amor mas conciso del mundo, ese dorado colgante donde se guarda la fotografía de la mujer que le roba los sueños, lo abrió y lo admiro nuevamente, la extrañaba, extrañaba la sonrisa de la chica, su voz, verla solo unos segundos.
 -Shiori- susurro y luego dio un largo suspiro, en ese instante deseo estar en Ohtori, para ir corriendo tras la chica, abrazarla y decirle que nadie la amaría como ella, que no importaba el daño que le había hecho, ni nada del pasado... Pero estaba muy lejos de ello, tal vez podría volver a Ohtori, pero ¿para qué? Sabía que en el instituto la recibirían con honores, pero volvería a una miseria, a la miseria de no tener a la única persona que ha amado, además que más daba, ya todo estaba hecho, se había ido del instituto y haciendo abandono de todo su dolor, dejo a sus amigos, dejo su infancia en ese lugar tan adorado pero tan claustrofobico.

Sintió unas manos que le taparon los ojos sacándola así de sus cavilaciones y Arisugawa sonrió.

-¿Quien soy?- una dulce voz se extendió.
-¿Si adivino?...-titubeo un poco -¿Qué obtendré?-
-No lo sé- dijo una risueña voz.
-Charlotte, sé que eres tú- dijo amablemente.
-ahahaha...- rió la joven y abrazo a la esgrimista por la espalda -Tenía ganas de verte, fui al salón de esgrima pero me dijeron que te habías ido, así que supuse que estabas aquí, mi adorado príncipe- luego de eso, se puso frente a Juri, la beso suavemente y esta la abrazo... Si, tal vez amaba a Shiori, aún la amaba, pero la joven Charlotte Giordano era tan dulce, tan amable que ni siquiera la fuerte esgrimista podía resistirlo. Charlotte Giordano, era de cabello negro azulado, largo, hasta las caderas, mas baja que la esgrimista, pero igual de esbelta, poseía un lindo perfil, de labios finos, de ojos azules y largas pestañas, de piel blanquecina y una sonrisa encantadora, la joven tenía un porte delicado, cualquiera diria que pertenecia a una familia noble, en general Charlotte era bastante guapa y por ello tenía bastantes pretendientes, pero estaba claro que solo tenía ojos para la imponente esgrimista, para su príncipe.

-¿No deberías estar en clases?- preguntó Juri mientras se apoyaba en el vientre de la joven, que se encontraba de pie
-Las suspendieron, así que quería verte y tenerte para mi- sonrió pícaramente
-No juegues conmigo Charlotte- suspiro
-No lo hago, simplemente quiero que salgamos, últimamente no te veo- La esgrimista la abrazo nuevamente la tenia tomada por la cintura.
-Lo sé, a veces no tengo tiempo.
-Entonces hoy si- tomo a Juri de la mano y la llevo fuera del aula.
-Pero...
-Sin peros mi querido príncipe, hoy eres mía- sonrió nuevamente con picardía, se puso de puntillas y beso a la ingenua esgrimista...-Te amo Juri-...

Esas palabras -"Te amo juri"- resonaron en su mente, en todo su cuerpo pero no las quería escuchar de Charlotte, esta era una jovencita adorable, Juri se había prendado de cierta manera de ella, como no quererla, la acompañaba cuando estaba enferma, en innumerables ocasiones se quedo en casa de la esgrimista cuidándola cuando sufría alguna fractura, asistía a los torneos, estudiaban juntas etc...
Cuando Arisugawa llego a la universidad, el semblante de esta era frío, uno demasiado engreído, jamás se la veía sonreír, tampoco entablar amistad con nadie, pero la joven Giordano se acerco a ella, sin tapujos, sin miedo, solo comenzó a entablar conversaciones fugaces con ella, la acompañaba en los almuerzos, estaba presente en las practicas de la joven e incluso le preparaba bocadillos y muchos pensaron que Charlotte asediaba a la esbelta esgrimista y que a esta ultima le fastidiaba la presencia de la joven pero eso termino por enervar a Juri, llevándola a aclarar este hecho frente a los demás y de su propia boca salio que le agradaba aquella joven y en ese momento Charlotte se sintió maravillada con la postura de ésta, se sintió protegida y atraída por la mirada llena de fuerza, determinación y sobre todo por esa sonrisa tan sincera que le dio luego de ese incidente. Los meses pasaron y ya era común verlas juntas, verlas incluso abrazadas, se podía ver a una Juri tranquila, sobre todo cuando Charlotte la tomaba de la mano.

-Sé que estas sorprendida Juri... Pero no me digas nada, sólo déjame estar cerca de tu corazón- dicho esto la esgrimista la abrazo de manera desesperada como si Charlotte se fuera a marchar, pero mas que abrazar su cuerpo quería abrazarse a su corazón, a la calidez de la joven, a ese brillo tan hermoso... Así caminaron fuera del campus tomadas de la mano, caminaron hasta que descendió el sol y los tintes anaranjados cubrían el hermoso cielo y ahí estaban, afuera de la casa de la Charlotte sus pies involuntariamente las habían guiado hasta ese lugar... Las chicas no estaban saliendo, no eran novias, solo se acompañaban y esta era una dulce y amable compañía, la joven de cabello negro entro a la casa y la esgrimista se quedo inmóvil.

-Es que acaso no pasaras.
-Yo...
-Tu, nada- y la obligo a entrar, se sentó en el amplio sofá y los nervios hicieron presa de ella ¿y el por qué de esto? ¿de los nervios?, era fácil, jamás había estado en la casa de la joven, siempre la dejaba en la entrada, era demasiado reservada para entrar, no paso mucho, Charlotte volvió con bocadillos y bebidas para ambas, Juri bebió rápidamente, tenía la garganta seca, pasaron unos minutos y el ambiente se volvió raro, demasiado caluroso, la esgrimista suspiro sacándose la chaqueta.

-Ven- Charlotte, hablo de manera seductora caminando hacia el baño, Juri la siguió, la pelinegra cerro la puerta y desabrocho su blusa frente a los tímidos ojos de la esgrimista dejando ver así sus pechos cubiertos por una tela de encaje , Juri estaba inmóvil, nerviosa, Charlotte tomo una de las manos de la esgrimista, la posiciono sobre uno de sus pechos y Juri sintió como el pezón de su acompañante se levanto, la pelinegra lanzo un gemido y el calor subió visiblemente, a Arisugawa se le erizo la piel cuando la escucho, se mordió el labio inferior, la abrazo, y con su otra mano desabrocho el sostén de la joven, al ver los tersos pechos de su amante no aguanto mas y en unos segundos la ojiazul ya no tenía ninguna prenda que la cubriera

-Tócame- gimió Charlotte, la pelinaranja sonrió satisfecha, ya no existía timidez, estaba hecha una pantera al acecho, se acerco de apoco, abrazándola se llevo a la boca uno de los pechos de pelinegra y los saboreo, jamás habían estado juntas, solo se besaban y ese era el limite impuesto por ambas hasta ese momento, pero ahí estaba, disfrutando de una mujer perfecta, dulce, excitante y que tal vez, solo tal vez podría ser la mujer de su vida, se separaron un poco y fueron directamente a la tina, mientras se besaban de manera un tanto tímida, la tina se lleno, se metieron en ella pero el calor persistía, claro, el ambiente estaba extasiado, Juri se sentó detrás Charlotte acomodándola entre sus piernas así pudo besar el cuello y espalda de esta ultima y así también podía tocar los pechos de su pelinegra, siendo apretados estos deliciosa y lentamente para el gusto de Charlotte, el camino estaba trazado, la abrazo por la cintura, apretándola contra ella, sus ávidas manos bajaron por el vientre de la joven y encontrando el manantial del placer al tiempo que besaba su espalda, hombros y mordía su oreja, se sintió maravillada, estaba cálido extremadamente cálido, se detuvo y la respiración agitada de Charlotte fue un indicador para seguir, palpo unos segundo y comenzó a acariciar el sexo de su amante.-Sigue Juri... No me dejes- suspiraba y gemía.

Gemido a gemido, beso a beso, caricia a caricia, el orgasmo de Charlotte estaba cerca y a pesar de que el agua fría las cubría hasta el pecho, el calor no cesaba, Juri estaba tentada y no resistió, introdujo un dedo dentro de Charlotte y lo movía de manera rítmica, apretando a su amaba contra ella y la pelinegra insistió a introducir otro y así fue, y el vaivén de caderas se intensifico, prolongando el éxtasis la euforia del momento hasta llegar a un delicioso clímax, en donde la esgrimista se sentía inmensamente satisfecha y Charlotte totalmente extasiada.

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CONTINUARA...

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