martes, 27 de diciembre de 2011

Extraña

EXTRAÑA.

Ya estaba un poco fastidiada de la vida de oficina, siempre lo mismo, pero en el fondo ese era  el trabajo que amaba, trabaja en una constructora, tenía su oficina propia, con esos sillones que indican que tienes un alto puesto, con esos que tus compañeros de trabajo envidian, pero que a veces te aburren, sobre todo cuando no existe ningún proyecto que te entusiasme, así se encontraba Gabriela Klimt que ya no encontraba proyectos interesantes, nada le quitaba el sueño últimamente, de cierta manera necesitaba más energía, más vida, alguien que le robara las sonrisas o incluso que la hiciera llorar, ¿Por qué algo tan drástico?… Simple, ya no sentía nada por nadie ni nada, tampoco se había vuelto una persona banal o egoísta, tan solo nada la movía.

La tarde había caído estrepitosamente sin que ella se diera cuenta, ya llevaba horas y horas revisando papeles, ordenando su oficina, despachando materiales y un centenar de tramites, miro el reloj, las 11pm, sintió un poco de incertidumbre pero no sabía porque, sabia que llegaría a casa, dormiría y en la mañana temprano saldría de casa para nuevamente estar detrás del escritorio que ocupaba precisamente en estos momentos.
Aun quedaba gente en la oficina, algunos compañeros de trabajo, esos que hacen hora para llegar tarde a casa para no ver a sus esposas, algunos que siempre quieren ir por una copa. Gabriela tomo sus cosas, un pesado bolso y algunas carpetas, se despidió de los que se encontraban ahí, pero uno hombre de 1.80mts la detuvo y le sonrió.
-Vamos por una copa?
-André…¿No quieres ver a tu mujer?
-No… Demasiados problemas
-¿Y? ¿Qué le dirás?, ¿Qué te quedaste trabajando conmigo?... Lisa pensara que soy tu amante o que sé yo.
-No, pero no pensara que ando tras alguna mujer, sabes que te tiene confianza-
-Pues bien, vamos entonces, ¿Dónde me llevaras?-

La verdad, siempre que salía con André, terminaban en un bar de mala muerte, de esos que apestan y esta lleno de borrachos buscando pelea, pero a ambos les quedaban esos lugares, ya que eran unos busca pleitos, pero Gabriela no quería terminar nuevamente con el labio rajado o André con un brazo roto. André Spinoza de 25 años al igual que Gabriela era un hombre de armas tomar, su cabello negro azabache y su blanquecina sonrisa de galán lo caracterizaba, pero nunca tuvo efecto sobre Gabriela, que eran más hermanos que compañeros de trabajo.
-Hace tiempo quiero visitar un lugar- Habló André con voz ronca- Pero esta vez te aseguro que no habrán problemas, me han comentado que todo es muy tranquilo y tengo la sensación de que también te agradara, además andamos vestidos para la ocasión- Sonrió para luego bajar al garaje e ir en su auto.
Se estacionaron en una calle bastante pintoresca, la verdad tenía aspecto de ser un “Barrio rojo” en donde están todos los cabaret, café con piernas y tugurios de esas clases, Gabriela hizo una mueca de desagrado y André rió.
-No que era un lugar tranquilo… Mentiras
-Hey! Gabriela cálmate… Sígueme
Entraron a un pasaje angosto, se pararon frente a una puerta negra de metal, parecidas a esas típicas de fabricas, en donde pasan cosas terroríficas, toco un par de veces, se asomo un hombre un tanto corpulento, pero de sonrisa afable, este abrió la puerta, primero se adentro André y luego Gabriela con un aspecto algo tenso y justo ahí, frente a sus ojos, vio algo que solo en películas se ve… Un fantástico cabaret, uno parecido a la película Moulin Rouge, quedo boquiabierta, frente a ella, hermosas mujeres, cuerpo esculpidos a mano, corsé por doquier, champán y tragos con fuertes colores iban y venían, André la hizo volver en sí y la tomo del brazo guiándola a un sofá cerca del escenario.
-Ves? Te dije, este es un lugar tranquilo… Uno de mis amigos me lo recomendó y no quise venir solo… Sé que tú me acompañas en todo.
-Sí, pero esto es ridículo.
-Ridículo?...¿Por qué?,-Pregunto casi incrédulo- Si aquí hay hermosas chicas, luces, alegría Gabriela, Alegría- Recalco esta ultima palabra- Ahora solo disfruta, que yo invito.
Gabriela, suspiro y no pasaron ni 5 minutos y dos hermosas jóvenes se acercaron al par. Una de ellas rubia casi de cabello platinado, de busto voluptuoso, pero de sonrisa picara, coqueta, ojos celestes, parecía más una actriz porno que otra cosa, no llevaba mucha ropa, mas bien su cuerpo era cubierto solo por la tela de encaje del sostén y las pataletas, esta se sentó en las piernas de Gabriela, quien no sabía como reaccionar, pero la rubia más inteligente, tomo una de las manos de esta y la coloco sobre su pierna, y Klimt casi se desmaya, por su parte André, solo se rió, además a su lado, se encontraba una pelirroja de infarto, de busto normal, pero de blanca piel y labios carnoso, ojos como zafiros, que lo primero que hizo, fue besar a André.

-Esto no…-Alcanzo a decir antes de que la rubia besara tiernamente a Gabriela y cuando el beso termino, esta ultima sólo pudo poner mala cara, segundos después aparto a la rubia y tomo a André por la camisa  arrastrándolo a una esquina.
-Si me querías traer a una prostíbulo, deberías haberme dicho- hablo molesta
-Tranquilízate, solo pasa un buen rato
-No quiero llevar una mujerzuela a la cama
-Pero si te encantan
-Lo sé, pero no quiero una ramera- luego de esas palabras lo que sintió fue un fuerte golpe en su mejilla.
-No soy una ramera, ¿Quién te crees que eres?- Le grito a la arquitecto
-Uf pues para mi si, eres una PUTA, con todas sus letras- Hablo despreciativa,  justo cuando veía venir otro golpe, para en seco a la rubia.
-Este es mi trabajo, imbécil-
-Entonces te dejo trabajando… Me largo de esta estupidez! Y André, me llevo tu auto, nos vemos mañana- Grito y salió empujando a todos los que se encontraban en su camino, al único que le sonrió fue al corpulento hombre de la entrada quien le devolvió la sonrisa.
Así, salió maldiciendo al mismo diablo, arranco a toda velocidad y llego a su departamento y en el camino recordó que no llevaba su móvil, lo mas probable es que estuviera en su auto o en su oficina, bueno importaba bien poco, las únicas llamadas que recibía eran las del trabajo y si no contestaba, eran redireccionadas a teléfono de la oficina.
Jamás se había molestado tanto… Es que Gabriela, era demasiado formal para algo así, si quería a alguien, lo hacia de manera adecuada o anticuada, invitaba a la chica en cuestión a salir, así y se daba algo más o si le gustaba mas de la cuenta actuaba, pero ir a un prostíbulo por una chica, era demasiado bajo para ella y mas aun llevada a traición, prefería andar por ahí peleándose con gañanes que otra cosa, pero ya era tarde y necesitaba descansar, se metió a la ducha, tomo un baño de tina y acto seguido se fue a la cama.
A la mañana siguiente, el timbre sonaba una y otra vez de manera irritante, en pijama Gabriela se levanto y solo rió al ver que André estaba en la puerta, con la ropa llena de labial y de trago.
-Hueles a diablos André!
-Maldita seas Gabriela.
-Hey no me culpes, yo no tengo nada que ver… Pero ya, pasa y ve a bañarte, debo suponer que Lisa no sabe nada y debe estar preocupada, cuando lleguemos a la oficina yo la llamare y le diré que dormiste acá porque estábamos viendo un proyecto o que se yo.
-Gracias…
Mientras André se bañaba, Gabriela buscaba su móvil y si, debía estar en la oficina, pasado 20min, André ya estaba hasta vestido, el joven muy astuto, siempre dejaba trajes en la casa de la joven arquitecto, además ambos casi siempre vestían iguales, como si fueran hermanos o algo así, Gabriela se metió a bañar y en 30min ambos estaban en la oficina, y acto seguido la arquitecto llamaba a Lisa.
-Hola.
-Gabriela?, dime... ¿Excusaras a André?
-Eh? Si!, estaba en mi casa para variar, proyectos que ver y cosas así
-No sé porque te creo, pero bueno, los espero a ambos para cenar.
-Gracias Lisa
-No sé porque no me fui contigo cuando me lo ofreciste- respondió lastimosa y colgó.
-Que te dijo la Lisa…
-Nada, que nos esperaba a cenar.

Hace casi unos 3 años cuando Gabriela aun no se titulaba, ella y Lisa, tenía una relación que jamás se concreto, simplemente porque esta última tenía un miedo enorme al que dirán, además quería tener hijos, una familia, cosa que Gabriela le ofreció pero la otra joven fue cegada por el miedo.

Cada uno fue a su puesto de trabajo correspondiente, para el agrado de ambos aun no llegaba ni el jefe, pero aun así querían adelantar trabajo, para no tener que llevar nada a casa, aun que de cierta manera Gabriela se entretenía bastante revisando papeleo el fin de semana si no tenía nada que hacer, algunas veces cenaba con los Spinoza, usualmente Lisa era quien extendía la invitación, pero de la misma manera las rechazaba, le era incomodo observar como André no tomaba en cuenta a su hermosa esposa, solo asistía cuando se veía sobrepasada en llamadas de la joven mujer.
Bajo por un café un mokaccino, ese generalmente era su desayuno con un panecillo con nueces, Gabriela no era muy adicta a los chocolates, pero si estos eran mezclados con café, era lo mejor, poco a poco mientras bajaba por el ascensor vio como el edificio se llenaba de gente, ahora si, eran las 8am y todo comenzaba a funcionar como un reloj, con los engranajes perfectos, saludo a varios compañeros, a otros solo les dedico una sonrisa, en la oficina se respiraba un agradable olor a café y a chocolate, era normal, la mayoría para despertar tomaban esas bebidas, en 2 horas había hecho la mayoría del trabajo, hoy en realidad no había mucho, solo supervisar una obra, debía estar ahí a las 2 pm y solo eran las 10 am no paso mucho tiempo y comenzó a dormirse, ya era habitual dormir ahí, por lo menos tenía un sofá de 3 cuerpos en su amada oficina, así que le paso un mensaje a su secretaria diciendo que nadie la molestara, pero dicha secretaria ya sabía que la arquitecto dormía a veces y este era el motivo del mensaje de "No molestar" Gabriela se tendió sobre el sofá y no pasaron ni 3 segundos y ya descansaba plácidamente, descalza e incluso se saco la camisa que llevaba hoy, la dejo en el perchero, siempre llevaba una polera debajo, así que estaba cómoda, pero como todo en la vida, nada es para siempre y escucho la voz de su secretaria llamándola.

-Marta, estoy ocupada, quien quiera que sea que vuelva más tarde…
-Señorita Klimt, aquí hay una joven que insiste en verla y no se quiere retirar
-Pues bien hazla pasar- respondió molesta
Se puso la camisa y sus zapatos, tomo una posición mas recta y se sentó tras su escritorio y su placa dorada donde esta inscrito perfectamente su nombre “Gabriela Klimt”, pasaron unos segundo y tocaron a la puerta, a lo que Gabriela respondió con un “adelante” de tono firme, nuevamente como la noche anterior, quedo boquiabierta, frente a sus oscuros ojos, la platinada chica de la noche anterior se sentaba frente a ella, cruzando las piernas frente a una estupefacta Gabriela.
-Así que “Gabriela Klimt”- pronuncio sensual la rubia
-Sí, dígame que necesita señorita-
-Qué formal!- rió picaramente la rubia
-Sólo pregunto por protocolo, como ha llegado aquí, hay algo que necesite de mí- Hablo más formal de lo habitual
-La verdad he venido a dejarte algo querida- y de su bolso saco el móvil de Gabriela
-¿Cómo?, ¿Dónde?...Gracias- dijo aliviada- Además siento haberme comportado como una imbécil ayer en la noche, ¿De qué manera puedo pagarte?
-Llévame a cenar- sonrió casi satisfecha la bailarina
-Eh?...Pues bien, yo la llevare a cenar, a donde paso por usted?
-Pues a mi casa… Aquí esta mi tarjeta…- así se paro lentamente, se acerco a Gabriela y le beso la mejilla… -Hoy a las 9:30 Pm… Espero por ti- le susurro en el oído… Segundos mas tarde, la arquitecto aun no comprendía lo que había sucedido, si bien, la platinada le devolvió el móvil, ahora tenía una cita con ella, miraba la tarjeta, una rosada, con letras negras y una tipografía muy decente que llevaba un perfume bastante exquisito, la verdad pensó que la tarjeta seria de esas de poca monta, con un perfume barato, pero al parecer la rubia, llamada “Joan” como decía la tarjeta, era una mujer bastante detallista. Guardo la tarjeta en el bolsillo de su chaqueta y salió de su oficina camino a la de André, en el pasillo, todos comentaban acerca de la rubia despampanante que había pasado por ahí, escucho también que parecía actriz porno y no lo pudo evitar, se fue riendo, hasta llegar a la oficina de Spinoza .
-¿Así que la rubia estuvo aquí?- dijo al tiempo que levantaba una ceja.
-La chica tenía mi móvil, así que me lo vino a dejar- respondió sonriendo
-Tal vez te lo robo y esta fue la excusa para verte y veo que te entusiasma la cabaretera.
-No, jamás…Tengo dignidad André… Pero tengo un problema…La llevare a cenar- hablo casi con pesadez
André comenzó a reír y no paraba, obvio le parecía cómico, que su mejor amiga, llevara a una cualquiera a cenar a una puta, con todas sus letras.
-Por lo tanto no iré a cenar con ustedes, discúlpame con Lisa.
Luego de ello, volvió a la oficina y lo peor de todo es que no podía sacarse a la rubia de la cabeza, es que había que decirlo, fuera o no una cabaretera, era guapa, tenia una sonrisa bonita, la chica era un ángel, lo peor de todo, era que no tenía la imágen de ella de hoy, si no la de la noche anterior, esa imagen en donde estaba casi desnuda, pero debía sacársela de la cabeza, si sólo era una cualquiera y la cena, sólo sería para agradecer.

Se arreglo un poco, debía supervisar una obra, cogió su auto y partió, al llegar todos los obreros la saludaron cortésmente, algunos de ellos ya la conocían, Gabriela Klimt, era de esas personas que son fáciles de querer, porque era una joven simpática, de buen humor, porque jamás hacia juicios de valor, a pesar de no creer ya en nada ni en nadie, sabía que los demás no tenían la mínima culpa de ese comportamiento y por ello mismo jamás dejaría que otros pagaran los platos rotos, no estuvo mucho tiempo, más que nada fue a revisar unas cosas, pero se sentía cansada, así que entro a su auto y se durmió afuera de la obra, no se sabe cuanto tiempo paso, pero su celular sonó y del otro lado, la voz del joven André.

-Donde estas?
-En mi auto
-Gabriela son las 8 de la tarde…
-Demonios… He dormido todo el día… Rayos, voy para allá

Arranco a toda velocidad, debía estar en la empresa, para entregar unos informes, justo a tiempo, con carpeta en mano, fue donde el jefe, fue sumamente corto el tramite, hablo sobre tramites de la obra con el jefe, hasta se rieron con algunas cosas y las 8:45 ya estaba lista, pero ahora venía otro percance, su cita con Joan, no tenía tiempo de pasar a su casa a cambiarse, pero necesitaba un baño.

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CONTINUARA

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