Hace 8 años atrás tal como el día de hoy la lluvia caía de manera intensa, creo que era el
mes de Junio y las lluvias se acentuaban de manera extraña sobre todo en las noches...
Ya eran las 11pm demasiado tarde y esperaba el autobús para volver a casa, se estaba
empezando a preocupar de sobremanera, miraba de reojo el móvil y ya
marcaban las 11:30pm, Francesca de cabello negro azulado y unos profundo
ojos cafés, había pasado toda la tarde con su novia cerca de la casa de
esta ultima, perdiendo así la noción del tiempo y olvidando todos los
problemas, hasta que noto que la lluvia comenzó a hacer estragos y con
ellos quedarse sin locomoción para volver a su casa.
-Es muy tarde para que te vayas Fran- hablo con dulce voz la chica que sostenía su mano.
-Lo sé... Pero debo volver, mañana tengo cosas que hacer y nunca me he quedado fuera de casa Antonia- respondió Fran bastante afligida.
-Pero es muy tarde y quizás te puede pasar algo- volvió a decir Antonia y abrazaba a la pelinegra.
-Tienes
razón, es mejor que no me vaya- sonrió- Me iré a la casa de mi amigo que vive por aquí
cerca- respondió, mientras que con el paraguas se cubrían de la
lluvia...
-Es mejor que te vengas conmigo, no creo que puedas quedarte en su casa, tal vez su mamá pensara mal- dio justo en el clavo.
-Cierto-.
respondió pensativa... -Y... si me voy a quedar ... Contigo- Dudaba
demasiado- Tal vez no te dejen, mejor espero un poco más y me voy- Volvió a dudar
-Pero... Déjame preguntar- hizo un puchero- Además esta lloviendo muy fuerte.
-Pero si tengo paraguas- dijo tontamente
-Ven, vamos a preguntar mejor- y la tomo de la mano, llevándola a
su casa para hacerla esperar en el portal, tardo unos 5min y volvió.
-Sí te puedes quedar- dijo para luego sonreír amablemente
Francesca
entro a la casa, no era la primera vez que estaba ahí, llevaba algo de
dos semanas con Antonia, quien era demasiado hermosa; rubia de cabello
ondulado, hasta las cintura, con rasgos italianos, unas pecas en las
mejillas y nariz, ojos verde esmeralda, media 1,65mts más alta que
Francesca y de 17 años como su novia, de figura estilizada, tenía
completamente embobada a la pelinegra
-Entra a mi habitación, te traeré algo caliente.
Francesca
se sentó en la cama, estaba demasiado nerviosa, esta era la primera
noche con su novia, pero tampoco quería que fuera así, es que amaba a la
joven Antonia, pero le parecía un poco excesivo pasar una noche juntas
tan rápido, tampoco pensaba en sexo ni nada, solo que la ponía nerviosa
estar en esa situación con la mujer que amaba, además sumado a que nunca
se había quedado fuera de casa y el solo pensar en que dirían sus
padres le ponían la piel de gallina...
Antonia volvió con
dos tasas humeantes de té con canela y además los padres de su novia
traían cosas para comer para el par de tórtolas, aun que obviamente los
adultos no tenían ni idea de lo que pasaban ambas chicas cuando salían
juntas, los adultos luego de saludar a Francesca se retiraron de la
habitación a dormir, ya eran la 1am. La rubia miro un poco preocupada
a su novia, la cual solo tenia una expresión afligida, así que se acerco a
ella abrazándola, cayendo ambas sobre la cama.
-Tranquila, sé que tus papás no te dirán nada ¿ya?
-No lo sé
-Piensa positivo ya?- la rubia le hizo ojitos a lo que la pelinegra sonrió más relajada
-Comemos mejor?
-Sip
Devoraron
lo que le habían traído y también habían reído de una que otra anécdota
del día ya pasado, hasta que de a poco la pelinegra comenzó a bostezar
una y otra vez y su novia también.
-Vamos mejor a la cama... Te estas durmiendo aquí mismo
-Bueno
-Espérame,
me pondré pijama- Antonia, fue a cambiarse al baño, mientras tanto, la
peliazul se sacaba los zapatos y el sweter que llevaba para quedar en
pantalones y polera, se metió a la cama, miro el techo, cerro los ojos y
pudo agudizar su oído para poder escuchar la lluvia, que ya en ese
momento tenía melodía propia y suspiro, se sentía de verdad relajada, la
lluvia tenía ese efecto en ella, hasta que escucho la puerta y vio a su
novia asomarse, traía el cabello más revuelto y se notaba agitada, rápidamente apago la luz y se metió a la cama que compartiría con su
novia. Ambas quedaron frente a frente, sus respiraciones se convertían
en vapor, se tomaron de la mano para producir un poco de calor, se
besaron levemente y rieron por lo bajo.
-¿Dormirás así?¿con tantas cosas?
-Pero si no tengo pijama
-Pero si duermes con ropa, estarás muy incomoda y no podrás descansar-
Así
Fran, le hizo caso, se saco el jeans, los calcetines y también la polera,
quedando solo en sostenes frente a su novia quien podía distinguir la
blanquecina piel de su amada por la luz que se filtraba en la ventana.
Antonia abrazo a Fran y la beso, primero suavemente, hasta que la
pelinegra estiro sus brazos y apego más a la rubia a su cuerpo
desde la cintura y comenzando a desnudarla, en cuestión de minutos la pecosa ya no tenía
ropa y Fran tampoco. Comenzaron a explorar sus cuerpo de manera
temblorosa, solo se había besado, nunca se habían tocado, así se estaban
conociendo nuevamente las amantes, besando los pechos de la otra,
dibujando lo torneado de sus piernas, la pelinegra sostenía a su novia abrazándola por la espalda, besándola y recorriendola con sus manos,
rozando delicadamente su parte intima, Antonia se volteaba a ver a su
novia y besaba sus pecho, para también colocar su mano derecha en el
manantial de su joven novia, provocando que su piel se erizara y que se
apegara más a ella, levantando la cadera y creando un rítmico movimiento
de vaivén, haciendo que ambas llegaran al zenit.
La noche se lleno de suspiros, de gemidos ahogados en la sabanas y risillas nerviosas. Así fue como las novias sellaron su
amor, el cual no recuerdo cuanto duro exactamente, pero si no hubiese
sido por la lluvia quizás jamás hubiesen dado ese paso el que fue llenado
por la excitación, el romanticismo y la sinfonía creada por la lluvia.
Fin.
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